Dirigido a Usted Sr. Lector...

Estimado Sr. Lector, sea bienvenido a este pequeño reducto donde la fantasía, la literatura fantástica, inclusive la ciencia ficción aún persisten, negándose a desaparecer. Un lugar donde las letras usan la tecnología como su aliada, en Pro de evadir la apatía de los bomberos incendiarios de libros.
Saludos desde este bastión anclado en mi imaginación.



La cupula

La obra había sido un éxito, mi asistencia cumplio su cometido. Cuando por fin bajo el telón y los actores y actrices corrieron a grandes zancos por entre las gradas, mientras la multitud los aplaudía. Con toda parsimonia recogí mis cosas. Espere que el teatro se desocupara un poco y los seguí escaleras arriba. 
Mientras caminaba pensaba en los diálogos, las canciones y las diferentes historias que se encontraban inmersas “ocultas” tras el género de los vestidos, por debajo de las luces y entre las tramoyas. Termine de transitar el último recodo del largo pasillo que conducía a la salida y entre la gente alrededor, vi al fraile que andaba buscando. 
Cuando nuestras miradas se encontraron, su rostro se ilumino con una sonrisa. Signo antes tan poco recurrente en sus facciones, que sin embargo hoy en día me es tan común. Sonreí de regreso, suspirando, junto con un satisfecho pensamiento sobre la reflexión de ¿cuanto hemos cambiado? 

Como siempre rellene el aire con gestos, tan orgullosa de mi asistencia, como de tu actuación. Me despedí sabiendo que el tiempo apremiaba y que aun tenía un largo camino a casa. 
Mientras me alejaba de “La cúpula” aquella infraestructura perdida dentro de lo confines de  aquel inmerso parque, vague en busca una salida que no contuviera rejas. Una que dentro de los limites establecidos, realmente permitiera salir. Mire a aquellos que jugaban en las cercanías, disfrute del paseo y de la soledad. Alcancé un sendero, recordando una asistencia previa a carreras de coches. Caminaba ensimismada en extrañas cavilaciones y balances, cuando sentí una brisa a mi alrededor que me revivió a pesar del calor. Levante la mirada y me encontré transitando por un páramo como la Luna o Marte, como según yo seria si fuera la Tierra, al ver el sol reflejado en un inmenso Domo con una extraña ciudad mediterránea como fondo de pantalla.

El viento seguía más fuerte ahora, incluso más refrescante tal vez. Observe atentamente mi entorno centrando mi atención en como voló un papel. Para, acto seguido, darme cuenta de que lo que estaba observando era una estructura metálica pintada de blanco, construida en medio de la nada. Como quien pone un toldo sobre una colina verde que va a camino a un cielo azul, teniendo a la luna clara del atardecer de fondo. 

Seguí sola, ahora menos estresada, tal vez menos preocupada, incluso menos ansiosa. Retome mi vía por el caminillo de arena que conectaba ambos mundos, consiente ahora de su existencia. Continué mi conversación pensando en todos aquellos locos que se perdían de vivir una ocasión como esta. 

SH.

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