No sé qué sucedió, ni pretendo
explicarlo. Sólo sé que aún merodeas por aquí.
Más de una vez, he vislumbrado
tu silueta observarme desde el contorno de la puerta. He notado, el
cómo te inmiscuyes en mis pensamientos, manifestándote como actos errados,
irrumpiendo en medio de alguna frase, en lo que parece a simple vista un mero descuido. Excusable, al ser atribuible a una juventud
disipada y a una imaginación febril.
Me has hecho voltear desde el coche o al pasear por el centro, al vislumbrar tu
figura observándome en el reflejo de más de alguna vitrina u espejo. He
percibido el anticuado eco de tus pasos aún caminar por el hall. Hubo ocasiones
en que incluso he oído el estrépito causado por alguna de tus risas, sin poder
identificar ya, qué fue lo que te hizo reír en esa ocasión particular.
Debo admitir que lo que me aterró fue tu olor. Esa particular
mescla de cigarros, tabaco amargo y destilados. Irrumpió mágicamente en el
entorno de lo que fue nuestro cuarto juntos, cual bomba imperceptible y certera.
Dirigida solo para mí. Cual si quisieras castigarme por alguno de los muchos
actos que he cometido en tu ausencia.
He oído decir que no hay mejor historia de amor, que la de aquel que murió y no
llego a buen término. Pero Amor,
luego de que se te dio por desaparecido hace algunos años. ¿En serio no
entendiste que era mejor dejarlo hasta ahí? Vamos, estamos sin resentimientos... En el fondo
incluso desde tu improvisado sepulcro, deberías entender que nada de lo que pasó fue un error en nuestro ultimo encuentro.
Potente el relato. El remordimiento se respira en aquel cuarto... Me gustó.
ResponderEliminarMe gusta!
ResponderEliminarSe nota bastante más vivo que el común de tus relatos (Por razones obvias), y me recordó un poema de Bukowski que me tomo la libertad de copiarte:
Mente y corazón.
Inexplicablemente estamos solos
solos por siempre
y así es como debía ser,
nunca debió ser
de ninguna otra manera;
y cuando empiece la lucha de la muerte
lo último que quiero ver
es
un corro* de rostros humanos
rondándome;
prefiero que sólo estén mis viejos amigos,
los muros de mi ser,
que sólo estén ellos.
he estado solo pero rara vez me he
sentido solo.
he saciado mi sed
en el pozo
de mi ser
y el vino era bueno,
el mejor que he bebido,
y esta noche
sentado
contemplando la oscuridad
por fin entiendo
la oscuridad y la
luz y todo lo que hay
entre una y otra
la tranquilidad de la mente y el corazón llega
cuando aceptamos lo que
hay:
habiendo
nacido en esta
extraña vida
debemos aceptar
la apuesta perdida de nuestros
días
y alegrarnos en cierta medida
del placer que supone
dejarlo todo
atrás.
no llores por mí.
no llores mi pérdida
lee
lo que he escrito
y luego
olvídalo
todo.
bebe del pozo
de tu ser
y empieza
de nuevo.