Dirigido a Usted Sr. Lector...

Estimado Sr. Lector, sea bienvenido a este pequeño reducto donde la fantasía, la literatura fantástica, inclusive la ciencia ficción aún persisten, negándose a desaparecer. Un lugar donde las letras usan la tecnología como su aliada, en Pro de evadir la apatía de los bomberos incendiarios de libros.
Saludos desde este bastión anclado en mi imaginación.



En orbita Satelital...

Comenzaban los primeros albores de lo que luego sería un desastre monumental. Los vinos que llegaban desde las terrazas ubicadas en un lejano balcón dentro de palacio circulaban en cantidades exorbitantes y se servían mezclados con preparados típicos de la zona, en conjunto con “tus” delicias favoritas.

Las funciones habían comenzado, por lo que cada uno hacia lo que debía hacer. Representar algún papel en esta extraña sociedad, que más se asemejaba a una sucesión de caprichos de los sobrevivientes de lo que alguna vez fue una compleja entramada social y que hoy solo son los restos de un pálido reflejo de su gestación difusa.

Los márgenes que nos dividían entre sirvientes, esclavos, concubinas, señores, los amos y sus invitados, pronto se desvanecerían, junto con los últimos rallos del sol. Momento en que los cuerpos a medio desvanecer/ a medio iluminar resaltarían sus siluetas, las figuras y los pliegues de las ropas ceñidas en el contorno de los presentes a lo largo del salón. Aquel salón iluminado por las hogueras que algún ser misterioso/ invisible / insensible jamás dejaba de alimentar. Era un milagro en la práctica el hecho de ver aquellos pilares ostentosos y el que al alejarse tan solo un poco más allá fueran los mismos los que permitían el divisar las estrellas bajo la bóveda celeste.

Bailaba al compás de la música, disfrutando cada instante, esperando el que poco a poco estas melodías dejaran de sonar para que pudieras acercarte. La antigua sensación de molestia al ver el cómo ignorabas mi presencia había sido superada con el tiempo. Ahora comprendía y esperaba que a medida que las luces menguaban con su natural degrade y las hogueras ardían libremente chisporroteando sus llamas al viento. Mientras el calor se volvía envolvente y el humo mezclado con especias generaba esa esperada sensación de sopor, aquel relajo, que unido al fresco verano permitía que el vino se subiera a la cabeza, que las ropas poco a poco comenzaran a adherirse a los cuerpos y que los invitados irrisoriamente comenzaran a desaparecer.

Aún quedaban algunas danzarinas cuando en medio de la oscuridad, entre las esencias del humo, reconocí ese aroma seguido de tus brazos, el grosor de tu espalda, esos labios gruesos poco delicados y mal afeitados, que te representaban aquí a mi lado. Suspiré satisfecha, tus funciones como amo y señor ya habían terminado, los demás estaban suficientemente bien embriagados, como para recordar el quien desapareció con quien… y menos la regularidad de esto en el tiempo.


S.H
Editado 18-10-2018

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