Mucho había pasado desde la ultima vez que vi sus rostros, las emociones encontradas, generaban ansiedad en mi al esperarlos llegar. Estaba expectante, dispuesta, excitada frente a los acontecimientos. Busque un amplio repertorio de música, los tragos estaban “casualmente” dispuestos al alcance de cualquiera de ellos, “el que fuera,” que los quisiera alcanzar.
Mi celular sono, con ese característico ruido, que ya condiciona una sonrisa, estaba sola. El lugar era mi hogar, era dueña de las circunstancias. Después de una larga velada de amenas conversaciones, discusiones varias, mucho alcohol y algo mariguana. Caminábamos errantes por los pasillos cuando la canción [previamente programada dentro de un amplio repertorio] empezó a sonar. Fue instantáneo, se genero una ola de movimientos, gritos, emociones, experiencias compartidas, recuerdos conjuntos. Mientras el grupo bailaba en el contorno, sentía sus cercanías, la variedad de los aromas, el calor de nuestros cuerpos. Recuerdo la ebriedad, la sensación de “nada” la evasión de todo.
Cuando termino la música y sobrevivimos al momento de tensión, volvimos a sentarnos en algún rincón, viendo alguna tontería en el ordenador. Hablando del mismo tipo de bobadas con que los 4, nos reímos a carcajadas. Fingiendo/ pretendiendo la inconciencia de aquí “no ha pasado nada.”
Nicol Sihaya.
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